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Todo lo que pasa por nuestra cabeza ¿es real?

Nuestros pensamientos y estados emocionales, son los que determinan nuestra actitud ante ciertas circunstancias y hechos que se van desarrollando en el día a día.

Por supuesto, la forma de afrontarlo influye a su vez en los sentimientos y en los pensamientos, y al final termina siendo como dice el dicho coloquial “la pescaílla que se muerde la cola”. 

¿Qué ocurre también con los pensamientos y porqué influyen tanto? Porque según la mentalidad que tengamos, vamos construyendo nuestra vida, nuestro camino y nuestro futuro. 

Creencias

Muchos de los pensamientos que pasan por nuestra mente, tienen relación directa con nuestras creencias y valores, aquello que hemos construido y aprendido a lo largo de nuestra vida a través de experiencias, entorno, familia, etc. 

Cuando esto lo tenemos bien arraigado, puede ser la causa que decidamos no llevar a cabo determinadas acciones o decisiones en nuestra vida. Hay algunas que pueden ayudarnos, pero cuidado, que otras podrían limitarnos. 

¿A qué nos referimos? Por ejemplo cuando hablamos de creencias como, que necesitamos la aprobación de los demás, o que nos importa lo que los demás digan, que las cosas solo pueden ser blancas o negras, siempre tengo mala suerte, todo me pasa a mí, etc.

Estas creencias, pueden bloquearnos e impedirnos en muchos aspectos. 

¿En qué puede derivar esto? En la autodestrucción en caso de que no seamos capaces de afrontar las situaciones que se nos vayan dando. Por lo que hay que saber distinguir, entre las creencias y los pensamientos. 

 

Cuál es la principal diferencia:

  • Los pensamientos, son los que van a corroborar o no, nuestras creencias.

Hay que recordar y tener en cuenta que los pensamientos, no son verdades absolutas. Son pensamientos efímeros que van y vienen. No todos son reales ni todos son vinculantes.

  • Y las creencias, son aquellas que nos van a permitir reaccionar de una forma u otra frente a esos pensamientos. Llevándolos a algo racional o apartándolos, como algo irracional. 

Tú tienes la batuta. Y puedes empezar por plantearte:

  • Qué hay en la realidad, que me haga pensar de tal forma. ¿Puedo verlo de otra perspectiva y de manera más objetiva?
  • ¿Me sirve de algo o me lleva a alguna parte pensar en lo que tengo en la cabeza?
  • ¿Qué puede ocurrir?

No pretendemos que controles el 100% de los pensamientos, ni por supuesto, que se eliminen, pero sí intentar gestionarlos haciendo una interpretación de ellos, sin que tus emociones surgidas de esos pensamientos, cambien o te hagan sentir mal. 

No es lo que pasa por nuestra cabeza o nos ocurre, es la interpretación que hacemos de todo ello y cómo actuamos o reaccionamos. 

Busca la reinterpretación, las alternativas. E intenta modificar aquello que puede ayudarte a mejorar. Así seguro, que podrás considerar los cambios como oportunidades y no como problemas. 

 

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